martes, 7 de abril de 2009

Leyendas sobrenaturales en torno al corsario Drake

Su capacidad como marino, su audacia y su pasmosa habilidad para navegar por aguas enemigas sin ser descubierto, atacando siempre en el momento más inesperado, lo convirtieron en un héroe nacional en tierras inglesas, mientras que para España era “El Dragón”, la personificación máxima del enemigo y casi del Demonio.

Paradójicamente, entre las leyendas que surgieron sobre Francis Drake en su propio país, varias lo asocian también con lo demoniaco, presentándolo a veces como una especie de Fausto de los mares.

1) El sirviente diabólico


Dice la tradición inglesa que Drake tenía a su disposición un demonio familiar que le ayudaba en ciertas ocasiones.

Transcurría el mes de julio de 1588, y la sombra de la Armada Invencible se cernía sobre Inglaterra, cuando el célebre corsario fue nombrado por la reina Isabel vicealmirante de la flota formada para conjurar la amenaza. A pesar de su individualismo, Drake aceptó ser el segundo al mando de la fuerza naval, pues sabía que se trataba de un momento sumamente delicado para el país, en el cual todos debían arrimar el hombro sin generar problemas.

Aunque solo en ocasiones puntuales brillante y audaz, su participación en el enfrentamiento se magnificaría posteriormente, eclipsando de forma injusta a los demás comandantes de la flota.

Según las leyendas más fantásticas, nada más recibir noticias de que la flota española había sido vista desde la costa de Cornualles, Drake se dirigió hasta un promontorio del estrecho de Plymouth conocido como “La Punta del Diablo”. Allí cortó varios trozos de madera que después arrojó al agua. Gracias a los poderes mágicos de su asistente diabólico, estos fragmentos de madera se transformaron en once barcos de guerra bien surtidos de cañones, los cuales serían fundamentales en las labores de hostigamiento que terminarían por repeler a la armada enemiga.

Este demonio no solo ayudaba al corsario en sus empresas militares, sino también en sus proyectos civiles. Unos años después, en 1591, Drake construyó el canal de Plymouth caminando, según asegura la tradición local, desde Dart-moor en compañía de su demonio familiar. Las aguas les siguieron durante el trayecto, dando forma al canal por sí mismas.

En realidad, Drake fue el promotor del canal y su contratista durante las primeras fases de construcción, pero sus obreros eran completamente humanos y la ejecución de la obra no llevó un día sino cinco meses.


2) La guarida del Dragón

Curiosamente, Francis Drake eligió vivir en una mansión digna de novela gótica. Buckland Abbey, como su nombre indica, había sido originalmente una abadía, de la cual se conservó la iglesia como edificio principal, mientras que el resto se derribo para levantar edificaciones nuevas en su lugar. El proceso ya había comenzado antes de que Drake la adquiriese en 1580.


En una época previa a su llegada está ambientada la leyenda que atribuye al Diablo la construcción, en solo tres noches, de algunos de los edificios anexos. Dice esta leyenda que un mayordomo al que los ruidos no dejaban dormir decidió averiguar qué sucedía y terminó volviendose loco al ver las cuadrillas de demonios zumbando como un enjambre rabioso.
Cuentan que unos años después de la muerte del corsario, se encontró en un mueble una caja misteriosa que supuestamente contenía papeles de la familia. Intentaron llevar la caja al que en aquel momento era su heredero, quien vivía en otra ciudad, por lo que debía ser transportada en carruaje. La caja era pequeña y, desde luego, no pesaba demasiado, pues un solo hombre la había llevado hasta la cochera con facilidad. Sin embargo, los caballos no eran capaces de mover el carruaje con ella encima, a pesar de que hacían visibles esfuerzos para ponerlo en movimiento.
Ataron más caballos al carro sin obtener ningún resultado. Entonces se oyó una voz atronadora, proclamando que aquella caja nunca se podría sacar de Buckland Abbey.
Cuando retiraron la caja, los caballos pudieron por fin desplazar el carruaje. Un solo hombre la traslado con facilidad de vuelta al oscuro rincón en el que había sido encontrada.
3) El tambor de Drake
Según dicen, Drake llevó un tambor en todos sus viajes, el cual ordenaba hacer sonar durante los combates para motivar a sus hombres. Ese tambor se conserva todavía en una sala alargada del segundo piso de Buckland Abbey.
Existen dos leyendas contrapuestas en torno a ese tambor, aunque ambas muy patrióticas. Una dice que redoblará siempre que Inglaterra se encuentre en peligro. La otra afirma que si en esas ocasiones se hace sonar, el propio Drake regresará desde la tumba. Esta última fue inmortalizada en 1895 por Henry Newbolt en un popular poema titulado “Drake’s Drum”, el cual pone en boca del corsario las siguientes palabras:
“Llevad mi tambor a Inglaterra, colgadlo a la orilla,golpeadlo cuando se os acabe la pólvora;y si los españoles están a la vista de Devon, zarparé del puerto del Cielo,y los expulsaremos del Canal como los expulsamos tiempo atrás.”
El primero en sugerir el regreso del corsario en caso de que su país lo necesitase fue el historiador Henry Holland en un libro sobre héroes ingleses publicado en 1620, aunque probablemente se trataba de un recurso poético que no pretendía ser interpretado de forma literal.
4) El carruaje del Infierno
A Robert Hunt, autor de Popular Romances of the West of England (1903), le contaron en Jump que durante algunas noches se podía ver a las afueras de Plymouth al espíritu de Francis Drake conduciendo un carruaje tirado por caballos sin cabeza y seguido por una jauría de demonios y monstruosos perros también sin cabeza.
Y, para aumentar el efecto terrorífico, aquí podríamos unir a la tradición inglesa la española, en la cual el corsario Drake quedó convertido en un coco infantil separado casi por completo de su referente histórico, de tal manera que hasta hace no mucho las madres cántabras asustaban a sus hijos recitándoles lo siguiente:
Duérmete pronto,
que viene el Drake
y a los niños despiertos
los lleva a escape.

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