viernes, 3 de abril de 2009

LA INICIACIÓN: OBLIGACIONES Y CONFUSIONES

Gabriel López de Rojas

Existe una absoluta necesidad, quizás sería más acertado decir obligación, de no cambiar con demasiada frecuencia de Rito o Sistema de iniciación. Un cambio continuo, algo que se produce frecuentemente, sólo puede conducir a no alcanzar la meta trazada, ya que para alcanzar cualquier meta se necesita tiempo.Pensemos en un círculo con un punto en su interior, recordando que el punto es el símbolo del Principio, mientras que el círculo lo es del mundo. Desde el círculo hasta el punto, pueden trazarse una línea horizontal, una línea vertical y líneas varias, incluyendo la X. Esas líneas podrían simbolizar los diferentes Ritos o Sistemas que conducen al aspirante o iniciado desde el mundo (el círculo) hasta el punto (el Principio, dios). Pues bien, aquellos que cambian con frecuencia de Rito suelen quedarse en el círculo o en la primera parte de cada línea, sin alcanzar jamás el punto (el Principio, dios), porque no profundizan lo suficiente. No alcanzan, en fin, la tan mencionada unión a la divinidad.Otra obligación en la iniciación es el deber de intentar no abarcar demasiado, porque ese comportamiento dispersa energías y puede entorpecer la evolución. Dice el refrán: “Quien mucho abarca, poco aprieta”. He conocido a iniciados que eran miembros y responsables al mismo tiempo de órdenes masónicas, martinistas, gnósticas y satánicas; y siempre he pensado que esa situación les provocaba un desequilibrio psicológico, una dispersión de energías muy notable y una limitación en su evolución. Ciertamente, el ritmo delirante del mundo moderno, encabezado por el capitalismo salvaje y el culto a la cantidad de éste, no ayuda demasiado a los iniciados con una cierta tendencia a aglutinar afiliaciones y títulos y a generar dispersión. La velocidad del capitalismo salvaje de nuestro tiempo y el culto a tener cada día más, parece afectar incluso a personas relacionadas con la iniciación.En enero del 2004, me ofrecieron dos máximos grados honoríficos de dos órdenes rosacruces de Chile, la Orden Rosacruz Ecléctica y la Fraternitas Rosicruciana Antiqua de A. Krumm-Heller, discípulo de Aleister Crowley. Y en ese caso los acepté, porque los grados honoríficos no provocaban un desgaste de energías peligroso para cumplir con mi responsabilidad en otras órdenes de la Tradición Occidental.Una nueva obligación en el sendero de la iniciación es aprender a sufrir, aunque en extremos razonables. Hay que tener una cierta capacidad de sufrimiento para la evolución iniciática, porque en algunos momentos es necesaria e indispensable. Para trabajar la capacidad de sufrimiento, se puede seguir una dieta, una práctica deportiva o dejar de consumir alcohol, tabaco u otras drogas nocivas.Los que llevamos algunos años en las órdenes iniciáticas de la Tradición Occidental, sabemos de las pruebas de gran sacrificio a las que estamos expuestos.Por último, cabe añadir que el objetivo final de la iniciación siempre debe ser la conversión del iniciado en la propia divinidad, en el andrógino divino y alquímico, pero no para convertirse el iniciado en una especie de anacoreta. Los verdaderos iniciados no son en absoluto anacoretas. Son aquellos que, tras completar la iniciación, encuentran respuestas y operan sobre su realidad y la realidad que los envuelve. Intentan, en fin, transformar la tierra en un lugar más justo y libre. Para completar lo expuesto, parece interesante hablar ahora de las confusiones en la iniciación.

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